La primera guerra de la historia (es decir, la primera de la que tenemos registro) ocurrió hace nada menos que 4.500 años: la Guerra de Sumer, entre las ciudades de Lagash y Umma. El rey de Umma, Lugalzagesi, fue derrotado y exhibido desnudo y atado a las puertas del Templo de Enlil (¡si sigues Juego de Tronos seguro que encuentras parecido con una escena tremenda de humillación!). Esta guerra duró más de un siglo y hay testimonio escrito: la Estela de los Buitres, una tabla de piedra con la que el soberano conmemoró su gloria. Pero el origen de la guerra en realidad parece ser muy anterior: podemos hablar de la masacre de Nataruk, hace ¡10.000 años!:
La aparición de los primeros imperios supuso un cambio de modelo político, chocando con las ciudades-estado. Tras la victoria de Umma, esta ciudad se topó con un gran emperador, Sargón, señor de Acad. El mundo de entonces ya comenzaba a estar más interconectado: existían redes comerciales y una mayor interdependencia por los sistemas de irrigación de los ríos Tigris y Éufrates. Estos sistemas dieron paso a los primeros imperios, realidades administrativas más complejas y poderosas.
Parece ser que el origen de la guerra de Sumer fue la delimitación de las tierras entre estas dos antiguas ciudades: existía un antiguo acuerdo por el que Umma podía cultivar determinadas tierras a cambio de un tributo a Lagash. Este es un motivo de “casus belli”, de declaración de guerra, realmente frecuente en nuestro tiempo (aunque suele aparecer junto a motivos más amplios, como el acceso a recursos, cuestiones de seguridad, etc); muchas fronteras son problemáticas. Recordemos la guerra de Corea, el conflicto de India y Pakistán, el conflicto entre Ucrania y Rusia por Crimea o la Guerra de la Frontera de Sudáfrica, entre 1966 y 1988. Las razones son diversas. En esta última guerra se implicó incluso la lejana Cuba de Fidel Castro y se temió el empleo de armamento atómico. Algo realmente tremendo.
Otra cuestión a tener en cuenta: la interdependencia no es cosa sólo de nuestro tiempo, por más que ahora contemos con tecnología. Ya hace miles de años que viene ocurriendo este fenómeno. Y la tendencia, claramente, va a más. Quizá esta es una buena y poderosa razón para buscar la paz y la colaboración entre nosotros, en lugar del enfrentamiento. Pero continuemos. Esta es la primera guerra de la que tenemos constancia escrita. Pero podemos estar seguros de que los conflictos violentos son todavía más antiguos. El origen de la guerra es muy anterior a estos sucesos. Podemos hablar de hace incluso diez mil años; y es posible que más atrás aún ocurrieran estos terribles sucesos:
LA MATANZA DE NATARUK: UNA MASACRE HACE 10.000 AÑOS
Un equipo de investigadores del Centro Leverhulme de Estudios Evolutivos Humanos, de la Universidad de Cambridge, encontró en Kenia en 2015 los huesos fosilizados de un grupo de cazadores recolectores. El estudio, publicado en la prestigiosa revista Nature, concluye que estos individuos fueron literalmente masacrados hace alrededor de 10.000 años. Parece ser que nos encontramos ante un suceso ligado al origen de la guerra.
Había restos parciales de al menos 27 individuos, incluyendo mujeres y niños. El diario español ABC, que se hacía eco de esta noticia en un excelente artículo, destacaba que “…según los científicos, estamos ante una auténtica matanza prehistórica que retrasa en varios miles de años el origen de la guerra tal y como la entendemos en la actualidad. Doce de los esqueletos están prácticamente completos, y hasta diez de ellos muestran signos evidentes de una muerte violenta: traumatismos en cráneos y pómulos; manos, rodillas y costillas rotas; lesiones de flecha en el cuello y fragmentos de proyectiles de piedra en el cráneo y el tórax de dos de los hombres así lo atestiguan. La violencia humana es probablemente tan antigua como el altruismo”. Esta última frase me parece simplemente brutal. Parece ser que, según los investigadores y recoge el diario El País, no se hicieron distinciones entre hombres, mujeres y niños; había incluso una embarazada de 7 meses; y los cadáveres no recibieron sepultura.
¿Cuál fue la causa de este sangriento enfrentamiento? Parece ser que estos humanos fueron atacados por otro clan rival mucho mayor, otros recolectores prehistóricos. “Los investigadores creen que estamos ante la primera evidencia histórica científicamente documentada de un conflicto humano, un antiguo precursor de lo que hoy llamamos guerra (…) Los orígenes de la guerra, en efecto, son muy controvertidos. Algunos piensan que la capacidad para la violencia organizada tiene raíces muy profundas en la historia evolutiva de nuestra especie, mientras que otros sostienen que surge de la idea de «propiedad» que se desarrolla después de que los humanos dejaran la vida nómada y se asentaran, dando origen a la agricultura”.
Es asombroso lo poco que hemos cambiado en tantos miles de años ya que la “razón” del origen de la guerra es en muchos casos la misma: apoderarse de los recursos de otros de nuestros semejantes. Sin duda hay otras “razones” igual de irracionales que desatan actos terribles. Así de crudo y así de simple: en palabras de Marta Mirazon Lahr, de la Universidad de Cambridge y autora principal del estudio, «la matanza de Nataruk pudo ser el resultado de un intento de apoderarse de los recursos (territorio, mujeres, niños, alimentos almacenados) cuyo valor puede equipararse al de la producción de alimento en las sociedades agrícolas posteriores y entre las que los ataques violentos formaban parte de la vida (…)». Algunos de los esqueletos parecían estar maniatados en el momento de su muerte.
Pero, ¿eso quiere decir que el ser humano es intrínsecamente malvado? Bueno, parece ser que no. Parece ser que tenemos el potencial de ser los mejores compañeros…y los peores y más despiadados asesinos. En palabras de Roberto Foley, de la Universidad de Cambridge y coautor de la investigación de Nataruk, estos hallazgos nos muestran que la violencia humana y el origen de la guerra son, probablemente, tan antiguos como el altruismo. Esta cualidad ha hecho de nuestra especie la más cooperativa del planeta. «No me cabe duda –afirma– que está en nuestra biología ser agresivos y letales, del mismo modo que lo está ser profundamente cariñosos y amorosos. Mucho de lo que entendemos acerca de la biología evolutiva humana sugiere que son dos caras de la misma moneda».
Incluso podemos viajar más atrás en el tiempo hasta descubrir lo que hasta ahora se considera el primer asesinato de la historia: en Atapuerca, hace 430.000 años. Un individuo joven murió como consecuencia de dos golpes en la frente con un objeto contundente. Merece la pena echar un vistazo a la reconstrucción e investigación de este crimen. Como indica la investigadora Nohemi Sala, del Centro de Evolución y Comportamiento Humanos de la Universidad Complutense de Madrid y del Instituto de Salud Carlos III, «las fracturas se localizan en los sitios típicos de un enfrentamiento cara a cara, lo que nos lleva a pensar que estaba vivo».
Así que, ya lo sabes: en lo más íntimo de todos nosotros hay un ángel… y puede haber un verdadero demonio. Todo depende de las cualidades que potenciemos, del factor ambiente, de la educación, de las relaciones sociales… Uno de los objetivos más nobles en materia de política exterior es buscar la cooperación, la paz y la seguridad entre los seres humanos. Son los principios inspiradores en la Carta de Naciones Unidas, la organización creada tras el mayor horror militar y genocida de la historia del ser humano. Pero incluso con esta máxima, hay ocasiones en las que la guerra se ha presentado como justa y necesaria. Pensemos en la lucha contra la tiranía nazi.
¿Hay casos en los que la guerra puede presentarse como la única salida, o la más justa, en términos morales, o la menos perjudicial de las opciones? El debate de la “guerra justa” ha ocupado y ocupará las mentes de nuestros pensadores, políticos, reliogiosos y estudiosos en general. Un ejemplo de la prevalencia de la diplomacia frente a la fuerza armada es el orden de importancia en el Gabinete de los Estados Unidos: el Secretario o la Secretaria de Estado es quien encabeza el Gabinete tras el Presidente. Aunque esto, claramente, no haya sido respetado en la política exterior y de seguridad de la primera potencia mundial en numerosas ocasiones.
La guerra es algo brutal y tan tremendo que muchos de los que vivimos en Occidente no podemos llegar ni a imaginarlo. Personalmente, creo que la compasión es clave a la hora de tratar con los horrores de nuestro mundo. El Dalai Lama habla de la política de la compasión (ha llegado a organizar un debate con Lady Gaga al respecto). También hay más ejemplos de la importancia de la compasión y la piedad en la cultura popular: si has leído o visto El Señor de los Anillos, quizá recuerdes una frase del mago Gandalf, cuando le dice a Frodo que «…fue la compasión lo que detuvo la mano de Bilbo…» a la hora de matar a Gollum. Deberíamos tener presente los consejos de los sabios, reales o imaginados, a la hora de tomar decisiones tan radicales a la ligera. Y buscar la paz y estar listos para defenderla. Conocer el origen de la guerra puede llevarnos a comprender mejor cómo construir la paz.
Podemos concluir con otro activista, Gandhi, que por su parte, decía:
“No hay camino para la paz, la paz es el camino”
Y suya es una frase, igualmente, con la que podemos cerrar este apartado:
“Sé el cambio que quieres ver en el mundo”.
Sin duda, tenemos tarea.
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